domingo, 12 de octubre de 2008

REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

15 de octubre de 2008



Charles-Louis-Ferdinand Dutert arquitecto

Victor Contamin ingeniero

Galería de las Máquinas Exposición Internacional de París 1889

PIERRE FRANCASTEL

Arquitectura e industrialización en el siglo XIX

(De Art et Tecnique, París, 1956.)

La sustitución de la piedra por el hierro no introduce al principio modificaciones profundas en la concepción general del edificio, en su sistema de equilibrio, ni tan siquiera en su aspecto. Los esquemas de imágenes del pasado no se recha­zan aún. Los arquitectos no están en condiciones de concebir un nuevo tipo de inmueble. Pero utilizan trozos de metal como pura y simple sustitución de la madera para resolver algunos problemas de amplio interés. Las construcciones no se conciben en absoluto en función de los nuevos materiales que se emplean, sino que son los segundos los que se adap­tan a las exigencias. Por otra parte, no se había llegado aún a la fase de la verdadera producción industrial a gran escala. Los nuevos productos se adoptan bajo el concepto de la sustitu­ción. Se considera solamente las posibilidades de acrecentar la resistencia de cada uno de los materiales. El primer impulso a la industrialización lo ofrece Inglaterra debido a la necesidad de reemplazar dos materias primas que estaban desaparecien­do: la madera y la lana.

Durante casi un siglo solamente se pide a la técnica mayor capacidad con el menor número de soportes. …Por lo que se refiere a la creación se aprecia, en cambio, una detención.

De hecho, es bastante más fácil usar nuevos materiales con viejas fórmulas estéticas, que determinar nuevos programas estilísticos en base a las necesidades de una sociedad que adquirió de improviso nuevos instrumentos materiales. Bajo ciertos aspectos las primeras investigaciones, que fueron naturalmente más limitadas, se aproximaron principalmente a la elaboración de un nuevo estilo. El puente sobre el Severn, por ejemplo, anuncia un sistema de tendido que presagia los puentes actuales. La lógica propia de los técnicos ha tenido preeminencia especialmente en los comienzos. Pero quizá sólo el puente de Tournon proporciona una solución deducida directamente de las condiciones técnicas del problema: ya que en este caso el elemento figurativo se encuentra subordinado al técnico. Se da aquí la creación de una forma lógicamente deducida de la aplicación de los medios mecánicos. … En realidad, el arquitecto, más que buscar formas conectadas con la disponibilidad de grandes láminas de vidrio, permanece aún apegado a la concepción del invernadero. No ha comprendido, en suma, que el vidrio abría el camino a un nuevo tipo de sistemas volumétricos y espaciales.

Ni siquiera el desarrollo del esqueleto en hierro fundido, en torno a 1840, consiguió modificar profundamente este tipo de arquitectura. Porque sigue concibiéndose con un espíritu renacentista, bastante más próximo a los experimentos de Philippe Delorme que a las armaduras de hoy. Sigue fiel a la concepción del montaje. Giedion se ha sentido capaz de establecer el momento de ruptura en torno a 1835, cuando el «balloon-frame» se empieza a poner en práctica en Chicago. En realidad no se trata más que de un método de fabricación en serie de elementos de madera aptos para sostener la estructura de algunos edificios medianamente altos y más bien utilitarios. El sistema se reduce a la aplicación de los métodos de la carpintería con clavos y ensamblajes.

Tampoco el lanzamiento del pilar de hierro fundido, que hacía 1850 inicia el paso de una fase de investigaciones experimen­tales a la de la producción industrial de elementos prefabrica­dos, es suficiente para emancipar a la arquitectura moderna. …

La adopción de la estructura de hierro se concilia muy bien con los revestimientos tradicionales. Renacimiento y Gótico se enfrentan aún en 1894 en la Torre de Londres, que es la obra maestra de aquel estilo híbrido, nacido de la aplicación de una nueva técnica a los datos y formas inspiradas en la tradición.

... Con Laborde y Cole se da un intento (ya viejo) de confrontar arte y técnica, que acabó en la famosa teoría de la conciliación. Doctrina que, en realidad, dejaba en liza a las dos fuerzas antagonistas sin dar la victoria a ninguna y sin sustituirlas por miras más elevadas. Recordando, sin embargo, que el material revolucionario de entonces, el hierro, se presentaba materialmente en grandes bloques más o menos modelados a partir de las viejas vigas de madera, nos parecerá natural que inicialmente este hierro se entendiera como un simple material de sustitución útil sobre todo para sobrepasar ciertos límites de resistencia, permitiendo al mismo tiempo realizar edificios excepcionales. Además, el hierro va general­mente ligado al vidrio, con lo que la verdadera solución de los problemas de las paredes, de las superficies y de la decoración queda aplazado.

Es fácil comprender que las aplicaciones mecánicas de la técnica crean menores dificultades de empleo, en sentido social., que el nuevo poder de actuar sobre el mundo externo. Las reticencias de la sociedad frente a las consecuencias revolucionarias aportadas por los nuevos materiales, constitu­yen un mecanismo de frenado que se ha disparado cada vez que han aparecido nuevas capacidades de transformar el mundo. La aparición de nuevos materiales rompe de hecho el ritmo tradicional de la producción individual, modificando al mismo tiempo las condiciones existenciales de los individuos y las colectividades. Estos momentos de éxtasis representan siempre un factor social y no intelectual.

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