sábado, 27 de septiembre de 2008

ENSEÑANZA ACADÉMICA

01 de octubre de 2008







Jean-Nicolas-Louis Durand. Précis des leçons d’architecture (Compendio de lecciones de arquitectura) 1809

La arquitectura es el arte de componer y de realizar todos los edificios públicos y privados... 

Así, conveniencia y economía son los medios que deben emplear naturalmente la arquitectura y las fuentes de las que debe extraer sus principios, que son los únicos que pueden guiarnos en el estudio y en el ejercicio de este arte. 

En principio, para que un edificio sea conveniente es preciso que sea sólido, salubre y cómodo. 

Será sólido si los materiales que se emplean son de buena calidad y están repartidos con inteligencia...

Será salubre si está colocado en un lugar sano, si su superficie o su pavimento están elevados por encima del suelo y protegidos de la humedad...

Por último, será cómodo, si el número y el tamaño de todas sus partes, si su forma su situación y su disposición están en la relación más exacta con su destino...

Un edificio será tanto menos costoso cuanto más simétrico, más regular y más simple sea.

Ya sea que se consulte la razón, o sea que se examinen los monumentos, es evidente que el agradar no ha podido ser nunca el objetivo de la arquitectura ni la decoración arquitectónica ser su objeto. La utilidad pública y privada, la dicha y la conservación de los individuos y de la sociedad, son como hemos visto desde el principio, el objetivo de la arquitectura.

Pero aún se podría decir que puesto que hay edificios que se admiran o que se desprecian con razón, hay pues bellezas y defectos en la arquitectura: entonces la arquitectura tendrá que buscar unos y otros y evitar los otros, podrá por consiguiente agradar, y aunque éste no sea su fin principal, deberá por lo menos tratar de unir lo útil con lo agradable.

Estamos lejos de pensar que la arquitectura no puede agradar; al contrario, decimos que es imposible que no guste cuando es tratada según sus verdaderos principios.


Antoine-Chrysostome Quatremère de Quincy para la Enciclopedia Metódica Tema Arquitectura, volúmen 3, 2ª parte París 1825

TIPO viene de la palabra griega Typos, la cual expresa en general (y por lo tanto es aplicable a muchos sesgos y variaciones de la misma idea) lo que uno entiende por modelo, matriz, impresión, molde, figura en relieve o en bajo relieve…
La utilización de la palabra type, en francés, es, a menudo, menos técnica y más metafórica. Esto no quiere decir que no se le aplique a ciertas artes mecánicas como, por ejemplo, en la palabra tipografía. También se la usa como sinónimo de modelo, aunque entre las dos hay una diferencia que es fácil de entender.
La palabra TIPO presenta menos la imagen de una cosa a copiar o imitar completamente, que la idea de un elemento que debe servir él mismo, como determinante para el modelo. Por lo tanto, uno no debería decir (o al menos sería un error decirlo) que una estatua, o la composición de un cuadro terminado, haya servido como el tipo para la copia que uno ha hecho. Pero cuando un fragmento, un bosquejo, el pensamiento de un maestro, una descripción más o menos vaga, han originado una obra de arte, uno dirá que el TIPO le ha sido provisto por tal o cual idea, motivo o intención.
El modelo, como se lo entiende en la ejecución práctica del arte, es un objeto que debería ser repetido tal como es; el TIPO, al contrario, es un objeto a partir del cual cada uno (cada artista) puede concebir obras de arte que pueden no parecerse entre sí.
Todo es preciso y fijo en el modelo; todo es más o menos vago en el TIPO. Al mismo tiempo vemos que la imitación de los tipos es algo que el sentimiento y el intelecto pueden reconocer y algo a lo cual se le puede oponer, por perjuicios y por ignorancia.
Esto es lo que ha ocurrido, por ejemplo, en Arquitectura. En todos los países, el arte de la construcción corriente nace de una fuente preexistente. Todo tiene que tener un antecedente.
Nada, en ningún género, viene de la nada y esto debe aplicarse a todas las invenciones del hombre.
También vemos que todas las cosas han conservado, a pesar de los cambios subsiguientes, este principio fundamental, de modo que es evidente al sentimiento y a la razón; que es como una especie de núcleo acerca del cual se coleccionan y al cual van coordinados en el tiempo, los desarrollos y variaciones de las formas a las cuales es susceptible el objeto. Así hemos desarrollado miles de cosas en cada género; y una de las ocupaciones principales de la ciencia y de la filosofía, para entender las razones que las explican, consiste en descubrir su origen, su causa primitiva. Esto es lo que debe llamarse TIPO en Arquitectura, así como todo otro campo de las invenciones y de las instituciones humanas.

 

miércoles, 24 de septiembre de 2008

TEMAS DE ESTUDIO

19 de noviembre de 2008




Fabiana Rovis Edgar Santacruz

Claude-Nicolas Ledoux Salinas Arc-et-Senans 1774-1779





Andrés Guinand Luis Emilio Ruiz

Karl Friedrich Schinkel Altes Museum (Viejo Museo) Berlín 1823-1830





Christian Guerrero Karla Montauti

Henri Labrouste Biblioteca Sainte Geneviéve Paris 1843-1850

Alberto Clavier Manrique
Joseph Paxton Palacio de Cristal Londres 1851

Korina Araujo Alessandro Del Vecchio

Frederick Law Olmstead Central Park Nueva York 1858

26 de noviembre de 2008

Eugène Emmanuel Viollet-le-Duc 

Entretiens sur l'architecture 1858-1872




Jesús Gil Jorge Vieira
Ildefonso Cerdá Plan de Barcelona 1859





María Claudia Escalona Claudia Ravelo

Luciano Urdaneta Palacio Federal Legislativo 1873-1877





Bruno García Miguel Silva 

Charles Garnier Opera de París 1875
















Carla Limo Gustavo Rodríguez

Louis Henri Sullivan Wainwright Building St. Louis 1891

3 de diciembre de 2008

















Daniel Maitín

Victor Horta Totel Tassel Bruselas 1892- 1893


Isaac Ruiz Lucía Vivancos

Otto Koloman Wagner Postsparkasse Viena 1894
















Pablo Arias
Exposición Universal de Chicago 1893






















Anabel Mendt Audra Rodríguez
Raymond Hood John Mead Howells Chicago Tribune 1922-1925


Carlos Espejo Nielsen Morfe
Carlos Raúl Villanueva Museos de Bellas Artes y Ciencias Naturales Caracas 1936-1940


domingo, 21 de septiembre de 2008

ARQUITECTOS REVOLUCIONARIOS

24 de septiembre de 2008

ÉTIENNE-LOUIS BOULLÉE 1728 - 1799
Arquitectura. Ensayo sobre el arte
Primera edición francesa a cargo de Jean
Marie Pérouse de Montclos, Ed. Hermann, París, 1968.

¿Qué es la arquitectura? ¿La definiré, con Vitruvio, como el arte de construir? No. En esta definición hay un error de bulto. Vitruvio confunde el efecto con la causa.
Hay que concebir para ejecutar. Nuestros primeros padres no construyeron sus cabañas hasta después de haber concebido su imagen. Es este fruto del espíritu, esta creación, lo que constituye la arquitectura, a la que por tanto podemos definir como el arte de producir y llevar a su perfección cualquier edificio. El arte de construir no es pues más que un arte secundario, que nos parece propio llamar la parte científica de la arquitectura.
El arte propiamente dicho y la ciencia, he aquí lo que creemos necesario distinguir en la arquitectura. La mayoría de los autores que han escrito sobre esta materia se han limitado a tratar la parte científica. Eso parecerá natural por poco que se piense en ello. Había que estudiar los medios de construir sólidamente antes de intentar construir de forma agradable. Al ser la parte científica de primera necesidad y por lo tanto la más esencial, los hombres se dispusieron naturalmente a ocuparse de ella en primer lugar. Por otra parre hay que convenir en esto: Las bellezas del arte no están demostradas como verdades matemáticas; y aunque esas bellezas emanan de la naturaleza, para sentirlas y hacer aplicaciones felices de ella es necesario estar dotado de cualidades que la naturaleza no prodiga. ¿Qué vemos en todos esos libros de arquitectura? Ruinas de templos antiguos que nuestros sabios han desenterrado en Grecia. Por perfectos que puedan ser, esos ejemplos no están bastante difundidos como para sustituir a un tratado completo de arte. 
En el texto de Vitruvio podemos leer todos los conocimientos que debe reunir un arquitecto. Según éste, el arquitecto debe ser universal. También en el pomposo prefacio de François Blondel leemos la descripción de la excelencia de la arquitectura. Este autor nos cuenta que Dios para castigar a su pueblo le amenazó con quitarle sus arquitectos. 
Lector, voy a sorprender a usted anticipándole que ni en este pomposo prefacio, ni en el texto de Vitruvio, distingo qué se debe entender por arquitectura. Y añado que de los dos autores, ni uno ni otro han tenido la menor idea de los principios constitutivos de su arte. A primera vista mi opinión podrá parecer revolucionaria, pero mi justificación es fácil. Lo que he anticipado está sacado de uno de los dos autores que acabo de citar [...].

Examen de lo que puede darnos certezas sobre los principios constitutivos de un arte, y concretamente de la arquitectura
Lo que constituye exactamente los principios sobre los que se funda un arte es que no haya ningún medio de poder apartarse de ellos.
Por ejemplo, en el arte musical no se puede producir un acorde cualquiera si no nos sometemos a la progresión de los tonos que lo determinan. Sería una tentativa vana intentar producir un acorde de tercera, de cuarta, de quinta, etc., si no se siguiese la ley que determina esos acordes [...].
¿Cuál es pues la primera ley que constituye los principios de la arquitectura?
Supongamos una obra arquitectónica cuyas proporciones no estén perfectamente observadas; será un defecto enorme. Pero ese defecto no conseguirá herir nuestra vista hasta tal punto que no podamos soportar el aspecto del edificio; o de lo contrario ese defecto produciría en nuestra vista lo que un mal acorde musical en nuestros oídos.
En arquitectura el error de proporción normalmente sólo es perceptible a los ojos de los entendidos. Aquí se ve que la proporción, a pesar de ser una de las primeras bellezas en arquitectura, no es la primera ley de donde emanan los principios constitutivos de este arte. Vamos a intentar encontrar aquello que es imposible no admitir en arquitectura y de lo cual no podemos apartamos sin herir realmente la vista.
Imaginemos un hombre cuya nariz no estuviera en medio de la cara, los ojos a distancias desiguales, uno más alto que otro, y todos los miembros incoherentes. Un hombre así nos parecería, con toda seguridad, horrible. Aquí se plantea con toda sencillez una aplicación que conviene al tema que trato. Si imaginamos un palacio cuya entrada no estuviese en el centro, donde nada fuera simétrico, todas las ventanas estuviesen a distancias y alturas diferentes, y que no ofreciera más que la imagen de la confusión, tal edificio con seguridad presentaría un conjunto horroroso e insoportable.
Al lector le es fácil presentir que la primera ley, y la que establece los principios constitutivos de la arquitectura, nace de la regularidad, y que es tan inconveniente en este arte alejarse de la simetría como en el arte musical no seguir la ley de las proporciones armónicas.
Sin duda toda disparidad es irritante en un arte fundado sobre los principios de la igualdad. Los cuadros que resultan de la simetría deben presentarnos imágenes correctas y puras. El menor desorden, la menor confusión resultan insoportables. Debe anunciarse y reinar el orden en todas las combinaciones que provienen de la simetría. En una palabra, el compás de la razón jamás debe abandonar al genio de la arquitectura, que siempre ha de tomar como regla esta bella máxima: “No hay belleza sin mesura”.









Étienne-Louis Boullée
Cenotafio de Newton 1784

lunes, 15 de septiembre de 2008

LO BELLO LO SUBLIME LO PINTORESCO

17 de septiembre de 2008

LO BELLO Y LO SUBLIME

Burke, Edmund. Indagación filosófica sobre el origen de nuestras ideas acerca de lo sublime y lo bello, 1757.

De lo sublime

Todo lo que es a propósito de cualquier modo para excitar las ideas de pena y de peligro, es decir, todo lo que de algún modo es terrible, todo lo que versa cerca de los objetos terribles, u obra de un modo análogo al terror, es un principio de sublimidad: esto es, produce la más fuerte moción que el ánimo es capaz de sentir...

...Pero así como la pena obra más fuertemente que el placer, así también la muerte es una idea que hace por lo general mucho mayor impresión que la pena, ...lo que hace a la pena misma más penosa... es que se la considera como un emisario de esta reina de los terrores. Cuando la pena o el peligro están demasiado próximos, son incapaces de causar algún deleite, y son terribles simplemente; pero a ciertas distancias y con ciertas modificaciones, pueden ser y son deleitosos, como experimentamos cada día.

De la pasión que produce lo sublime

La pasión que produce lo que es grande y sublime en la naturaleza, cuando estas causas obran con mayor fuerza, es el asombro; y el asombro es aquel estado del alma en que todos sus movimientos se suspenden con cierto grado de horror. En este caso está el animo tan lleno de su objeto, que no puede dar entrada a otro alguno, ni por consiguiente raciocinar sobre el que le ocupa. De aquí nace el grande poder de lo sublime, que lejos de ser producido por nuestros raciocinios, los anticipa y nos lleva arrebatadamente a ellos por una fuerza irresistible. El asombro es el efecto de lo sublime en su más alto grado: los efectos inferiores son la admiración, la reverencia y el respeto...

De la belleza

...Entiendo por belleza aquella o aquellas cualidades de los cuerpos, por las cuales causan amor, o alguna pasión semejante a él. Limito esta definición a las cualidades de las cosas que son meramente sensibles...

...Distingo igualmente el amor ( por el cual entiendo la satisfacción que halla el ánimo en la contemplación de cualquier cosa bella, sea de la naturaleza que fuere) del deseo o concupiscencia; la cual es una energía del espíritu que nos estimula a la posesión de ciertos objetos que no nos mueven precisamente porque son bellos, sino por otros diversos medios al mismo tiempo. Desearemos ardientenmente a una mujer sin que tenga una particular belleza: y la hermosura de los hombres, o de otros animales, aunque cause amor, no excitara en nosotros ningún deseo. Lo cual manifiesta que la belleza y la pasión causada por ella, a la cual llamo amor, es distinta del deseo... pero a este último, y no a los efectos de la belleza como tal simplemente, es a lo que debemos atribuir las violentas y tempestuosas pasiones, y las mociones del cuerpo que son consiguientes, y que trae consigo lo que se llama amor en algunas de sus acepciones ordinarias.

Comparación de lo sublime y lo bello

...los objetos sublimes tienen grandes dimensiones, y las de los bellos son pequeñas comparativamente: en los bellos se encuentra lisura y pulidez, en los sublimes aspereza y negligencia: la belleza debe evitar la línea recta, pero apartándose de ella insensiblemente: a lo grande conviene la línea recta en muchos casos, y cuando se desvía de ella, suele separarse mucho: lo bello no ha de ser obscuro, lo grande debe ser opaco y obscuro: lo bello debe ser leve y delicado, lo grande debe ser sólido y aun pesado. A la verdad son ideas de muy diversa naturaleza por fundarse la una en la pena, y la otra en el placer...

...¿Porque algunas veces se hallen reunidas las cualidades de lo sublime y lo bello, prueba esto que son unas mismas? ¿prueba que tienen relación entre sí, ni aun que no son opuestas y contradictorias? El negro y el blanco pueden mezclarse y templarse; mas por eso no son una misma cosa. Y cuando están así mezclados y templados uno con otro, o con diferentes colores, la virtud del negro como negro, o del blanco como blanco, no es tan eficaz como cuando está cada uno por sí y separado del otro.

El terror

Ninguna pasión priva tan eficazmente al ánimo de las facultades que tiene para obrar y raciocinar, como el miedo. Porque siendo el miedo una aprehensión de la pena o de la muerte, obra de modo que se parece a la pena actual. Por consecuencia, todo lo que es terrible con respecto a la vista, es sublime también, ya sea de grandes dimensiones esta causa de terror, ya no lo sea; porque es imposible mirar como frívola y despreciable una cosa que pueda ser peligrosa...

...Y si a las cosas de grandes dimensiones agregamos una idea de terror, parecen mucho mayores sin comparación...

...A la verdad, en cualquier caso el terror, más o menos claramente, es la principal causa de sublimidad...

La obscuridad

La obscuridad parece necesaria por lo común para hacer muy terrible alguna cosa: se desvanece gran parte de nuestra aprehensión, cuando conocemos hasta dónde puede llegar un peligro y podemos acostumbrar a él nuestra vista...

Burke, Edmund. Indagación filosófica sobre el origen de nuestras ideas acerca de lo sublime y lo bello. Colección de Arquilectura nº19. Consejería de Cultura y Educación de la Comunidad Autónoma de Murcia. 1985


LO PINTORESCO

Stourhead 1741 - 1780  WiltshireInglaterra
























Horace Walpole Strawberry Hill 

Condado de Londres 1748






















domingo, 7 de septiembre de 2008

ARQUITECTURA DE LA ILUSTRACIÓN

10 de septiembre de 2008

Claude Perrault 1613-1688
1673 Frontispicio 
Traducción de los Diez libros de Arquitectura de Vitruvio






















Toda la arquitectura tiene como fundamento dos principios, uno de los cuales es positivo y el otro arbitrario. El fundamento positivo es el uso y la finalidad útil y necesaria para la cual ha sido construido un edificio, tales como la solidez, la salubridad y la comodidad. El fundamento que yo llamo arbitrario es la belleza que depende de la autoridad y de la costumbre.

Claude Perrault
1673 Introducción a la Traducción de los Diez libros de Arquitectura de Vitruvio


Abad Marc-Antoine Laugier  1713-1769
1753 La cabaña primitiva
Ensayo sobre la arquitectura























Leyes y reglas en Arquitectura

Tenemos diversos Tratados de Arquitectura que desarrollan con bastante exactitud las medidas y las proporciones, que entran en el detalle de los diferentes Ordenes, y que proporcionan modelos para todas las formas de construir. Aún no tenemos Obras que establezcan sólidamente los principios que manifiesten el verdadero espíritu, y que propongan las reglas adecuadas para dirigir el talento y fijar el gusto. (...) Es necesario que un artista se pueda dar razón a sí mismo de todo lo que hace. Para ello necesita principios inmutables que determinen sus juicios y que justifiquen sus elecciones, de tala suerte que pueda decir que una cosa está bien o mal, no simplemente por instinto sino de forma razonada y como un hombre instruido en los caminos de la belleza.

(...) Hasta ahora la Arquitectura ha estado abandonada al capricho de los Artistas, que le ha impuesto los preceptos sin ningún criterio. Han fijado las reglas al azar, a partir de la simple inspección de los edificios antiguos, han copiado los defectos con la misma escrupulosidad que las bellezas; imitadores serviles, todo lo que venía autorizado por los ejemplos ha sidodeclarado legítimo. (...) Todos los modernos, a excepción de M. de Cordemoi, no hacen más que comentar a Vitruvio, ... este autor, más profundo que la mayoría de los otros , ha descubierto la verdad que para ellos estaba oculta. Su Tratado... contiene principios excelentes... De ahí he deducido: 

1º que hay en la Arquitectura bellezas esenciales, independiente del hábito de los sentidos o de la conversión de los hombres;

2º que la composición de una obra de Arquitectura es susceptible, con todas las cosas del espíritu, de frialdad y de vivacidad, de exactitud y desorden; 

3º que para este Arte, como para todas las demás, es necesario un talento no se adquiere, un genio que otorga la naturaleza; y que este talento, este genio, sin embargo, debe ser sometido y cautivado por las leyes. (...)

El origen de la Arquitectura

El hombre quiere hacerse un alojamiento que le cubra sin sepultarle. Algunas ramas cortadas en el bosque son materiales adecuados para su diseño. Elige los mas fuertes y los levanta perpendicularmente formando un cuadrado. Encima coloca otros cuatro transversales; y sobre éstos, otros inclinados en dos vertientes formando un vértice en el centro. Esta especie de techo se cubre con hojas tupidas para que ni el sol ni la lluvia puedan entrar; y he aquí al hombre alojado. Es cierto que el frío y el calor le harán sentir incomodidad en la casa abierta por todas partes; pero entonces rellenará de palos el espacio entre los pilares y así quedará asegurado... La pequeña cabaña rústica que ha descrito es el modelo sobre el que se han imaginado todas las magnificencias de la Arquitectura. Y es aproximándose, en la ejecución, a la simplicidad de este primer modelo como se evitan los grandes defectos, como se alcanzan las verdaderas perfecciones. (...)

...; jamás principio alguno fue más fecundo en consecuencias. Desde este momento, es fácil distinguir las partes que intervienen esencialmente en la composición... de aquellas que se introducen por necesidad, o de las que se han añadido por capricho. (...)

Nos mantenemos fieles a lo simple y a lo natural; son el único camino hacia lo bello... con un mínimo de conocimientos geométricos (el arquitecto) encontrará el secreto para variar hasta el infinito las plantas que diseña... El señor Frezier duda de que se pueda encontrar jamás un arquitecto capaz de salvar la arquitectura de la extravagancia de las opiniones, mostrándoles las leyes fijas e inmutables tal como yo auguro... pero yo no estoy dispuesto, como él, a esperar.

Ensayo sobre la arquitectura

Quisiera persuadir a todo el mundo de una verdad de la cual estoy seguro: las partes de un orden de arquitectura son las partes mismas del edificio. Por tanto, deben ser utilizadas no sólo para decorar el edificio sino para constituirlo. Es preciso que la existencia del edificio dependa hasta tan punto de su unión que no pueda retirarse una sola de esas partes sin que el edificio se hunda. Si se tiene bien presente en el espíritu este principio tan razonable como luminoso, se evitará cómodamente una cantidad de errores derivados de una práctica que se obstina en seguir el principio contrario. No se considerarán como verdadera arquitectura todas esas pilastras, esos entablamentos adosados a macizos que están allí únicamente con fines decorativos y cuya arquitectura se puede destruir a golpes de cincel, sin que el edificio pierda nada más que un adorno. Por elcontrario, las columnas aisladas que llevan su entablamento en platabanda, no dejarán jamás lugar a dudas sobre el verdadero espectáculo arquitectónico que ofrecen, pues salta a la vista que no se podría tocar ninguna de las partes sin dañar y arruinar el edificio.

Ocurre en la arquitectura como en todas las demás artes: sus principios se basan en la simple naturaleza, y en los procedimientos de ésta se hallan claramente marcadas las reglas de aquélla. Consideremos al hombre en su origen primero sin otra ayuda, sin otra guía que el instinto natural de sus necesidades. Necesita un lugar de reposo. En la orilla de un arroyo tranquilo ve que hay césped cuyo verdor naciente agrada a sus ojos, su tierna pelusa lo invita, se dirige hacia allí y blandamente tendido sobre ese tapiz esmaltado no piensa más que en disfrutar en paz de los dones de la naturaleza: nada le falta, nada desea. Sin embargo, al poco rato al ardor del sol que le quema lo obliga a buscar un abrigo. Repara en un bosque que le ofrece la frescura de sus sombras; el hombre corre a esconderse en su espesura y allí se encuentra a gusto. No obstante, mil vapores se alzan al azar, se encuentran y se unen, gruesas nubes cubren los aires, una lluvia espantosa se precipita como un torrente sobre este bosque delicioso. Mal protegido por las hojas, el hombre ya no sabe cómo defenderse de una humedad incómoda que lo cala por todas partes. Ve una caverna, se desliza en su interior y, al encontrarse al abrigo de la lluvia, se regocija de su descubrimiento. Pero nuevas molestias le incomodan también en esta estancia. Allí se encuentra en tinieblas, respira un aire malsano y sale de allí resuelto a suplir mediante su destreza las desatenciones y negligencias de la naturaleza. El hombre desea hacerse un alojamiento que lo abrigue sin sepultarlo. Algunas ramas caídas en el bosque constituyen los materiales aptos para su designio. Elige entre ellas cuatro de las más fuertes, las hinca perpendicularmente y las dispone en un cuadrado, sobre las mismas coloca otras cuatro atravesadas y sobre éstas dispone otras inclinadas a ambos lados y confluyentes en una punta. Esta especie de techo es cubierto con hojas lo suficientemente apretadas de modo que ni el sol ni la lluvia puedan atravesarlo, y he aquí al hombre alojado. Es verdad que el frío y el calor le harán sentir su incomodidad en su casa abierta por todo lados, pero entonces él llenará los vacíos entre los pilares y se encontrará seguro.

Este es el camino de la simple naturaleza; gracias a la imitación de sus procedimientos es como nace el arte. La pequeña cabaña rústica que acabo de describir, es el modelo según el cual se han imaginado todas las magnificiencias de la arquitectura. Aproximándose ese primer modelo en la ejecución de la simplicidad es como se alcanzan las verdaderas perfecciones y se evitan los defectos esenciales. Las piezas de madera colocadas perpendicularmente nos han sugerido las columnas. Las piezas horizontales colocadas encima nos han sugerido los entablamentos. Por último, las piezas inclinadas que forman el techo nos han dado la idea de los frontones; esto es admitido por todos los maestros del arte. Pero hay que actuar con precaución; ningún principio ha sido más fecundo en consecuencias. De ahora en adelante es fácil distinguir las partes esenciales en la composición de un orden arquitectónico de aquellas que se introducen por necesidad o de las que se añaden por mero capricho. En las partes esenciales es donde residen todas las bellezas; en las partes introducidas por necesidad residen todas las licencias y en las añadidas por capricho residen todos los defectos. (...)

Quizá se me objete que reduzco la arquitectura a casi nada, puesto que al salvar las columnas, entablamentos, frontones, puertas y ventanas, suprimo todo el resto. Es cierto que le quito a la arquitectura muchas cosas superfluas, que la despojo de cuantiosas baratijas que le daban un aspecto vulgar, que no le dejo más que lo natural y sencillo. Pero que nadie se equivoque, no privo a la arquitectura de su trabajo ni de sus recursos. Yo la obligo a proceder siempre sencilla y naturalmente, a no presentar nunca nada que ofenda al arte o lo limite. Quienes conocen el oficio, estarán de acuerdo conmigo en que en lugar de abreviar el trabajo les impongo un arduo estudio, una precisión extraordinaria. Además, dejo al arquitecto muchos recursos. Si el arquitecto tiene inventiva y someros conocimientos de geometría, con lo poco que pongo en sus manos encontrará el secreto para diversificar sus planos hasta el infinito, para recuperar mediante la diversidad de las formas lo que pierde por el lado de cosas superfluas que yo le suprimo. Hace siglos que se vienen combinando de manera diferente las siete notas musicales y, sin embargo, es imposible que se hayan agotado todas las combinaciones que ellas permiten. Opino igual sobre las partes que constituyen la composición esencial de un orden arquitectónico. Son poco numerosas pero sin añadir nada se las puede combinar hasta el infinito.

Abad Marc-Antoine Laugier
1753 Ensayo sobre la arquitectura


Giambattista Piranesi 1720-1778

Vedute























Carceri